Arriba, podemos observar la imagen fija que utilizaremos para este análisis, perteneciente a la campaña siente el sabor de la marca Coca-Cola. |
La aparentemente inocente imagen de
Coca-Cola oculta, en su trasfondo, una serie de cuestiones que merece la pena
analizar y que se resumen en tres grandes bloques que intentaré resumir de la
forma más breve que me sea posible: la cuestión de género, la cuestión de clase
y la cuestión territorial:
se nos muestra a una modelo joven, blanca
y de clase media -se indica implícitamente a través de elementos como un
cabello limpio, uñas cuidadas y pintadas o la ropa-. La cosificación sutil de
la mujer –de las menos evidentes de la campaña- empieza con la “uniformidad” de
su cuerpo, es decir, tanto el pintalabios como la ropa y las uñas llevan el
color de la marca –cosa que no ocurre en el caso masculino de la campaña-;
además, las mejillas ligeramente sonrosadas y los ya mencionados labios
sugieren la madurez sexual de la modelo. La postura forzada con esa ciudad de
fondo da una idea de dinamismo urbanita que asociamos al éxito y modelo de vida
consumista que la marca nos invita a adoptar. Cabe preguntarse por qué no se
muestra a la joven un contexto rural o a una mujer de mediana edad.
En cuanto al análisis objetivo (encuadre,
líneas, puntos…) he intentado realizar un análisis sobre la propia imagen
aplicando diferentes criterios: la ley de tercios –que pone como punto de
interés a una botella ligeramente mayor al resto de elementos, que contrasta
tonal y lumínicamente, etc.-, la proporción aurea –que guía todos los
movimientos de la vista sobre la modelo-, la confluencia de las líneas –que nos
llevan a la botella- y la ley de proporcionalidad –diferentes elementos de la
foto ocupan el mismo tamaño-.
Se trata de una campaña muy estudiada y
que –si os es posible- gana mucho analizándola en su contexto.
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